“El elogio de las sombras” (1933) de Junichiro Tanizaki (1886-1965)

Fragmento extraído del libro

“El elogio de las sombras” (1933) de Junichiro Tanizaki (1886-1965)

“En Occidente, el más poderoso aliado de la belleza fue siempre la luz; en
la estética tradicional japonesa lo esencial está en captar el enigma de la
sombra.

Lo bello no es una sustancia en si sino un juego de claroscuros producido
por la yuxtaposición de las diferentes sustancias que va formando el juego
sutil de las modulaciones de la sombra.

Lo mismo que una piedra fosforescente en la oscuridad pierde toda su
fascinante sensación de joya preciosa si fuera expuesta a plena luz, la
belleza pierde toda su existencia si se suprimen los efectos de la sombra.
Por lo tanto, debemos prevenirnos de todo lo que brilla….”

Afirma luego: “…los orientales intentamos adaptarnos a los limites que nos
son impuestos , siempre nos hemos conformado con nuestra condición presente;
no experimentamos, por lo tanto,no tenemos ninguna repulsión hacia lo oscuro; nos
resignamos a ello como algo inevitable: que la luz es pobre , ¡Pues que
lo sea! Es más, nos hundimos con deleite en las tinieblas y les encontramos
una belleza particular.

En cambio, los occidentales, siempre al acecho del progreso se agitan sin
cesar persiguiendo una condición mejor a la actual. Buscan siempre más
claridad y se las han arreglado para pasar de la vela a la lámpara de
petróleo, del petróleo a la luz de gas, del gas a la luz eléctrica, hasta
acabar con el menor resquicio, con el último refugio de la sombra”.